jueves, 13 de septiembre de 2012

Mundo ardiente

Las llamas de final del verano
arden
sin necesidad de hojas
ni de tallos,
prenden la mirada
en el camino pajizo.

Unen en un instante
el mismo fuego
que portan
con el de la mirada
que se incendia
en la sorpresa.

Lo más sutil
no necesita demostrar
ninguna cualidad,
y a esas flores
les basta con su levedad
para
provocar
la dicha de sentir
en este mundo ardiente.

Es aquí
donde mora
la naturaleza esencial.

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