sábado, 31 de agosto de 2013

Perderse




















Al abismo
a punto de perderse,
ahí mismo,
la insondable huella emerge
hábito que conforma desde el orden aparente
e impide
cualquier salto más allá.
Rotura que acompaña a la vocación de amar,
...ocurre sin más
cuando el control de siempre,
queda deshecho
al darse cuenta
... eso mismo lo atraviesa.

De esta placidez quieta se temía,
cuán ignorante puede ser el recordarse como un yo,
viendo esta luz y su penetrante claridad.

Al abismo
nada puede ir,
mas, siempre recibe
cual si todo fueran amorosos brazos
cuando en su seno
se comprende
y calma.

viernes, 16 de agosto de 2013

El hijo indigente

El hijo de un hombre rico escapa de su padre en la infancia. Por unos cincuenta años, deambula de un lugar a otro en abyecta pobreza, empleándose en labores serviles. Un día, en su deambular, encuentra la mansión de su padre. El acaudalado anciano se regocija al ver nuevamente a su hijo, dado que él quiere legarle toda su riqueza y posesiones.

El hijo, sin embargo, no reconoce a su padre y huye, abrumado por el esplendor de la propiedad del hombre rico. El hombre rico envía a un mensajero para traerlo de vuelta, pero el hijo piensa que el mensajero ha ido para arrestarlo y se desmaya por el terror. Oyendo esto, el padre le dice al mensajero que lo libere y, más bien, envía a dos de sus sirvientes vestidos en sucias ropas para ofrecerle al hijo un trabajo limpiando estiércol. El hijo pobre acepta feliz este empleo en la propiedad de su padre. 

Poco después, su padre se disfraza con sucias ropas para poder aproximarse a su hijo. Él le dice que puede trabajar allí siempre, y que lo tratará como a su propio hijo. Por veinte años el hijo trabaja limpiando estiércol y gradualmente va ganando confianza en sí mismo. 

El hombre rico, entonces, lo promueve, encargándole la administración de su propiedad, y gradualmente él llega a entender todos los asuntos del hombre rico. 

Eventualmente, el hombre rico siente que se le aproxima la muerte. Él invita a sus parientes, al rey del país, a altos ministros, y otros, y les declara que su sirviente en realidad es su verdadero hijo y le reconoce como su heredero.

Del Sutra del Loto.