domingo, 23 de septiembre de 2012

Despertar

Despertar asumiendo que ese dolor tan inmenso que se siente es real
tan real como para poder observarlo hasta que ello queda convertido en una inmensa masa quieta de conciencia.

La experiencia de penetrar en el dolor como quien entra en un túnel.

Sentir, sentir, sentir,
un ahogo que lo llena todo de comprensión y va carcomiendo los límites del contenido yoico para desbaratar cualquier imagen conocida del mundo y de su representación...

Las sensaciones físicas que acompañaban con esa opresión del cuerpo y las lágrimas ceden, quietas,
ante la atención firmísima que se ha instalado.

Todo sucede ante el saber y,
por su misma inercia,
la fuerza que trae de comprensión
traslada todo ese caudal terrible y horroroso
al lugar donde ya no hay nombre para nada,
al sitio en el cual ningún nombre es necesario,
aquí donde todo es lo que siempre ha sido
y donde no se precisa ni siquiera seguir escribiendo...

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