Amar el mar.
Azul de este silencio
y negro en el rugido,
fiero y gris en el frío,
esmeralda y turquesa
su calidez.
Delfines que se saben llamados y allí acuden,
nadan surcos sonrisas alborozo
kairós de siempre
cómplice gratitud, ellos lo saben,
igual aman el mar.
Disiparse infinitamente en sus aguas:
ensueño oceánico
neptúnica morada, la primera casa
ese mar infinito...
de navegar
perdida y ahora
agua toda.
Sonrisas como olas,
lágrimas dulces y sudor salado,
en la proa
rumbo a cualquier isla, islote, continente,
el mar y sus caminos, arboledas y valles,
contiene
plazas, jardines, y hasta las cimas nevadas de las montañas,
...también hay un tendedero en donde sale ella con sus sábanas blancas a orear
la primera marea de la tarde.
Sentada mira como las olas se dejan la piel en cada intento,
en el acantilado
el mar se rompe en los bordes de las rocas,
en la orilla
se funde con la arena dulcemente.
Amar el mar
enseña
a amarlo todo.
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