Participa la caricia de la altura de la valla, pero la palma de la mano no encuentra límites en la suavidad;
viene con un trote ajeno a la distancia, en la tarde para que ambas miradas se encuentren no distintas.
La experiencia de lo vivido es imprescindible para que ambos seres sean lo que ahora son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario