Bucear.
El asombro delinea nombres que se escurren ante la mirada.
Observar.
Estando, aparecen seres antiguos, en antiguas formas.
Comprender.
Zambullida profunda en azules y verdes define las certezas.
La mente.
Elige un lenguaje inteligible de imágenes y colores para exaltar al alma.
Allende los mares,
quizá las formas diluyan sus contornos y en los nombres,
las letras estallen como burbujas de aire en el agua, y entonces
ahí, el abismo.
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