Desconozco si ahora que te has caído del nido aprenderás a volar.
Este encuentro, sin embargo, hace volar el alma
que queda secuestrada por la belleza serena
de quien espera sencillamente lo que la vida traiga.
En esos instantes se sabe observado y observa.
De su quietud emana una lección de infinita dulzura y compasión.
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