La zarza quemada atraviesa la dulzura de esta imagen
y marca con trazo negro su resalte a la vista
así, ineludiblemente.
Si habló cuando ardía a algún profeta,
eso sólo lo sabe la mente que recuerde.
De hoy queda,
rastro fotográfico,
y la representación mental.
La moraleja. No hay.
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