Desde su quieto movimiento
la tarde pasa por el lugar exacto
en que la sorpresa rapta la mirada.
A ese rapto
inesperado le sucede la liebre que sale de su cama y cruza el campo.
Y el paseo se hace a si mismo,
como cada tarde.
El caminar, el contemplar, el gozar
se encuentran
siendo todo lo mismo
y sintonía
desde donde todo se conoce.
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